Aquellos que transitan por el Paseo
de la Reforma lo hacen por una de las avenidas más importantes de México.
Su belleza y esplendor se lo deben a una mujer: Carlota.
Durante la época de la Guerra de
Reforma, cuando en México se sostenía una lucha entre conservadores y
liberales, una pareja de europeos llegó a gobernar como emperadores.
Maximiliano ordenó que se trazara una avenida que conectara al Castillo de
Chapultepec, lugar donde tenía su residencia, con el Palacio Nacional. Ese
sitio fue bautizado como el Paseo de la Emperatriz, pues su esposa Carlota
mandó colocar importantes cantidades de árboles y flores, al estilo francés,
para dar largas caminatas. Sin embargo, cuando la pareja cayó políticamente el
nombre le fue cambiado de súbito, pero no su esplendor.
El Paseo de la Reforma es una
avenida icónica para los mexicanos, pues es ahí en donde se encuentran los
monumentos y construcciones más simbólicos del país, como el Ángel de la
Independencia.